sábado, 24 de mayo de 2014

Jujol y la arquitectura moderna




De la Casa Bofarull de Josep Maria Jujol, en el Camp de Tarragona, a la reforma del distrito de Adhamiya en Bagdad, del estudio AV62 Arquitectos. Un siglo de diferencia. Y en ese siglo una manera de hacer arquitectura que ya intuyó el genial Jujol, el gran olvidado del Modernismo, siempre a la sombra de su maestro Gaudí (aunque fuera Jujol quien diseñara joyas gaudinianas como la fachada de la Casa Batlló, los balcones de hierro forjado de la Pedrera o el banco de trencadís del Park Güell). La figura de Jujol es el punto de partida de la historia de la arquitectura catalana contemporánea: el arquitecto tarraconense creaba sobre lo ya existente, transformándolo por completo, conectándolo con el paisaje. Ésa es la premisa del pabellón catalán de la Bienal de Venecia: Grafting Architecture (Arquitectura injertada).
Tras el éxito del estreno catalán en la Bienal de 2012 - con un singular proyecto que exploraba la arquitectura mediterránea-, el Institut Ramon Llull sigue apostando por Venecia. Y lo hace con una sólida instalación comisariada por el arquitecto Josep Torrents, que arranca en el Modernismo de Jujol para atravesar todo el siglo XX con 14 proyectos de toda clase: un instituto en Badalona proyectado en los 80 por unos entonces jóvenes Carme Pinós y Enric Miralles, la modernísima (y casi psicodélica) restauración de una iglesia en Ibiza, la reforma de la fábrica más antigua del Poblenou a cargo de Jordi Badia para convertirla en el Museu Can Framis, la transformación del antiguo teatro La Lira de Ripoll en una plaza pública y cubierta (RCR Arquitectes, entre 2004-2011), tres estaciones del metro de la Línea 9 (aún sin estrenar), una clínica en Arenys de Munt, el delicado paisajismo del vertedero de Begues en el Parc Natural del Garraf o una torre de 94 viviendas de protección oficial en L'Hospitalet (aún en proceso).
«Queremos mostrar todas las tipologías de una arquitectura que trabaja sobre lo preexistente, que suma lo que ya existe con lo nuevo. Injertar es un concepto botánico que trasladamos a la arquitectura, porque ésa es la práctica que desarrollan muchos estudios catalanes», señala Torrents. Un mensaje que concuerda con el lema de la Bienal dirigida por el holandés Rem Koolhaas:Fundamentals. «El modelo arquitectónico actual está agotado. Koolhaas propone una mirada a las tradiciones de cada territorio, una mirada atrás, sin nostalgia, para aprender del pasado. Se trata de superar la arquitectura franquiciada que uniformiza todas las ciudades», añade Torrents.
Más allá de los edificios contemporáneos, el punto fuerte del pabellón catalán es la reivindicación de Jujol. «Es el secreto mejor guardado de la arquitectura del siglo XX. Quedan muy pocos arquitectos tan inclasificables por descubrir», resalta el director del Ramon Llull, Àlex Susanna, que quiere impulsar rutas jujolianas para «poner en valor toda una tradición, una manera de entender la arquitectura». De Jujol se mostrarán una treintena de dibujos originales que el joven arquitecto presentó a las hermanas Bofarull cuando le encargaron reparar el tejado de su mas. Una reforma que se prolongaría 20 años, con un cambio radical de la casa, situada frente a unos viñedos y que Jujol dotó de una fantasía desatada: bellos esgrafiados, forjados de hierro, una fuente en forma de dragón, la galería azulísima (uno de sus colores fetiche, que tomaba directamente de los intensos cielos del campo tarraconense) y, por supuesto, el trencadís.

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