jueves, 25 de diciembre de 2014

Arquitectura degenerada bajo las banderas rojas





Tres meses después de su fundación, el 25 de febrero 1921, Lenin se presentó en la escuela técnica de Vkhutemas de Moscú para visitar a la hija de la francesa Inessa Armand, su compañera de filas, y conversar con los estudiantes de diseño técnico y arquitectura, con los que se enzarzó en un debate sobre el arte. Le disgustó que los jóvenes se hubiesen rendido a los encantos del futurismo y de la pintura suprematista, que él no aprobaba, y expresó su preocupación por la relajada relación con la política de aquellos jóvenes. «Bueno, los gustos difieren. [...] Yo soy un hombre viejo», dijo tras la visita, pero los límites de la convivencia entre el arte libre y el comunismo quedaron establecidos en aquella conversación. El cierre de la escuela tardó en llegar apenas nueve años.
En el intento de la vanguardia por sobrevivir en el entorno comunista, destaca el libro Constructivismo de Alexei Gan, publicado en 1922 y que proporcionó un vínculo teórico entre el nuevo arte emergente y la política contemporánea, conectando el constructivismo con la revolución y el marxismo. Los estudiantes de la Vkhutemas realizaron además proyectos para honrar a Lenin y la revolución, como el proyecto final de Ivan Leonidov, el diseño para un Instituto Lenin de Bibliotecología, o el Monumento de Vladimir Tatlin a la Tercera Internacional. El mismísimo Mausoleo de Lenin fue diseñado por el profesor Aleksey Shchusev. Pero de nada sirvió todo aquello porque la vanguardia rusa respiraba irremediablemente por los poros de la Escuela Vkhutemas, que jamás pudo ceñirse a jamás llegó a cumplir con el propósito que establecían sus estatutos de fundación: «Preparar maestros artistas comunistas con las más altas calificaciones para la industria, y los constructores y gestores de la educación técnico-profesional». 
La escuela contaba con 100 profesores y 2.500 estudiantes. Había facultades artísticas e industriales, con cursos de gráfica, escultura y arquitectura, además de impresión, textiles, cerámica, madera y metales. En solo unos meses se había convertido en un centro de tres movimientos importantes en el arte de vanguardia y la arquitectura: el constructivismo, el racionalismo y suprematismo. Profesores y estudiantes profundizaban en la transformación de las actitudes hacia el arte y la realidad con el uso de la geometría precisa con énfasis en el espacio, en una de las grandes revoluciones en la historia del arte. Es precisamente en estos trabajos en los que se centra la exposición que pasa el invierno en el Martin Gropius Bau de Berlín, cuyo director, Gereon Sievernich, destaca las «relaciones generacionales y de hermandad con la Bauhaus alemana». «No era un movimiento aislado, sino en intensa conexión con el arte en el resto de Europa», señala. «El ministro de la Cultura en Weimar, incluso, buscó asesoramiento allí».
La exposición muestra el trabajo de los profesores y estudiantes de Vkhutemas, incluyendo varias tesis con mandato específico: una estación de metro, un edificio de gran altura o un palacio para el pueblo. Algunas de las obras son «estudios demenciales», productos de la imaginación que jamás llegarían a ser construidos, como edificios de gran altura o colgantes de los globos en el cielo, irreconciliables con el realismo social y condenadas al ostracismo en la Rusia comunista. Una especie de arquitectura «degenerada» que fue apartada de la academia.
Vkhutemas fue disuelta en 1930, a raíz de las presiones políticas internas. La facultad, los estudiantes, y el legado acumulado se dispersaron en otras seis escuelas y sus diseños pasaron a la historia.

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