martes, 27 de enero de 2015

Jean Nouvel reniega de su nueva obra en París


Aspecto del exterior de la nueva Filarmónica de París. / CHARLES PLATIAU (REUTERS)

Tras una década de tensa espera, París cuenta con su propia Filarmónica. El edificio fue inaugurado hace una semana en una ciudad todavía conmocionada por la violencia yihadista. El concierto inaugural, en el que se escuchó a Ravel y Varèse, tuvo un efecto catártico en el patio de butacas, donde se encontraban François Hollande, destinatario de una inesperada ovación, y la alcaldesa de París, Anne Hidalgo. “Cada movimiento de una sinfonía conjura al terrorismo”, dijo esta última. Sin embargo, el acto contó con una destacada ausencia: la de su arquitecto, Jean Nouvel, descontento con una apertura que considera “prematura”.
No le falta razón. El interior del edificio se encontraba a punto para acoger a los primeros concertistas, pero no su exterior, que no estará terminado “hasta dentro de dos o tres meses”, como reconoce el presidente de la Filarmónica, Laurent Bayle. El motivo es sencillo: las obras debían haber terminado el año pasado, como muy tarde. Los conciertos fueron programados meses atrás y las entradas, puestas a la venta. “Retrasar la inauguración era imposible. Entiendo la reacción de Nouvel, pero debo respetar a nuestro público y a los músicos contratados, además de las subvenciones recibidas”, explicaba Bayle.

La fachada está formada por 340.000 piezas metálicas que dibujan una bandada de pájaros, con una segunda membrana también inacabada, igual que las distintas terrazas panorámicas situadas en el tejado, situado a 52 metros de altura. La sala de conciertos, de suelos ondulados, palcos flotantes y escenario central, es un amplio espacio modulable que puede acoger hasta 3.600 espectadores. Más del doble que la Sala Pleyel, mítico templo parisiense de la música clásica situado en el rincón opuesto de París, en las avenidas burguesas próximas a los Campos Elíseos. De hecho, una de las dudas es si la nueva Filarmónica conseguirá que su público natural cruce la ciudad para acercarse a esta sede, situada en un barrio popular pegado al bulevar de circunvalación.
Nouvel ha quedado insatisfecho. “La arquitectura ha sido martirizada. Los detalles, saboteados. El contribuyente tendrá que pagar una vez más para corregir estas aberraciones”, ha dicho Nouvel en una violenta tribuna publicada en Le Monde. Además, el coste del proyecto es muy superior a lo previsto. El Estado francés ha terminado invirtiendo 387 millones en él, casi el doble de los 200 millones inicialmente presupuestados. Pese a todo, Nouvel confía en que esta historia tenga final feliz. El arquitecto ha declarado sobre la obra que “con el tiempo y muchos cuidados, como sucede con los bebés prematuros, sus estigmas desaparecerán”.

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