miércoles, 5 de abril de 2017

Rafael Moneo: «La arquitectura se piensa siempre desde el dibujo»




«Una exposición de arquitectura no es tarea fácil», dice Rafael Moneo(Tudela, 1937). «La experiencia de un edificio no es equivalente a la contemplación de dibujos, maquetas, fotos o fragmentos a tamaño natural del mismo». Ante la complejidad de esa labor, consciente de que el resultado de las citas donde la obra construida es suplantada suele ser fallido, y para evitar también «hacer de la exposición un espectáculocapaz de sugerir lo que es la obra de un arquitecto», Moneo ha escogido en el Thyssen el dibujo como el vehículo a través del que mostrar su trayectoria profesional. 
«El dar al dibujo auténtico protagonismo en la exposición se debe al deseo de presentar el trabajo del arquitecto en su mayor inmediatez, sin pasar por los préstamos a que obliga todo proceso de construcción», explica. 
En conversación con él a propósito de la inauguración el martes de «Rafael Moneo. Una reflexión teórica desde la profesión» en la pinacoteca madrileña, enfatiza su esencialidad como herramienta: «Es sabido que el dibujo ha sido desde el Renacimiento el instrumento del que se ha valido el arquitecto para representar sus obras. A medida que este ha estado más presente en el proceso de construcción de un edificio, el dibujo ha ido tomando mayor importancia y convirtiéndose en medio de transmisión de sus ideas y en el documento con el que comunicarse con los distintos oficios e instituciones involucrados. Se entenderá por tanto el sentido que tiene decir que la arquitectura se ha pensado con la ayuda del dibujo, bien sea este croquis, plantas, alzados y secciones o perspectivas». 

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Aunque cree que la cultura digital llevará inevitablemente a nuevos modos de representación y de transmisión de la información acerca de cómo construir, Moneo sostiene que «el arquitecto siempre hará uso del “rasguño”, de los croquis, de los apuntes espontáneos, que adelantan lo que un edificio puede ser. La urgencia de hacer que no se pierdan las ideas reclama el uso de un medio de representación inmediato: el dibujo».

Teoría y práctica

El título de la cita lleva implícita la crucial convicción de este arquitecto de que la teoría pierde su sentido si no está vinculada a la práctica. Moneo se ha mostrado siempre crítico con la influencia de teorías y tendencias académicas sobre la arquitectura, insistiendo en la necesidad de que la reflexión teórica tenga como eje sus propios principios, algo a lo que su continua dedicación a la enseñanza le ha mantenido obligado. 
Sostiene que al ámbito de la docencia, a las escuelas de arquitectura, compete establecer cuáles son los criterios que hoy animan a su ejercicio. «Hay que admitir en este siglo XXI que los principios establecidos por los arquitectos del Movimiento Moderno no sirven para explicar el trabajo de los arquitectos más influyentes. Las metas e ideales de la sociedad hoy no son los latentes en la Europa entre la I y la II Guerra Mundial». 

La temida globalización

De los diferentes periodos de la Historia de la arquitectura contemporánea en que está dividida la exposición y que transitan en paralelo a su propia trayectoria, el último está definido por las dinámicas marcadas por la globalización. Moneo examinó la obra de Koolhaas, Herzog & de Meuron, Sejima y Nishizawa, Steven Holl, Hadid y Chipperfield en un curso que impartió en Harvard en 2013 y que tituló «Masters of the XXIst Century». Explica que recurrió a ese término, «maestros», para designarlos, porque este «ha sido a menudo empleado al hablar de los grandes del siglo XX. Dar este tipo de tratamiento a los seleccionados significa que se espera de ellos el liderazgo en el siglo pasado de Wright, Le Corbusier, Mies, Gropius, e incluso Aalto». Una opinión que reflejaría una lectura interna respecto al fenómeno del arquitecto-estrella: «Aceptar la pluralidad y diversidad de la sociedad actual tiene como consecuencia el rechazo de todo consenso estético. Hoy sería imposible pensar en términos de un lenguaje común por el que los arquitectos de entreguerras luchaban. El resultado es descargar sobre el individuo una responsabilidad respecto a lo que es una obra de arquitectura, más llevadera cuando se compartía. De ahí que el "star-system" habría que explicarlo desde el uso que del mismo hace el mercado».
Moneo plantea que «hemos perdido en entusiasmo optimista sobre futuro», aunque esto «tal vez se vea equilibrado por una mayor conciencia de cuál es la situación en que nos encontramos». Considera que la época dorada de la arquitectura española, que sitúa en la llegada de la democracia, concluyó en 2007. «Su necesaria recuperación pasa por incluir la nueva figura profesional del arquitecto en la sociedad actual y en continuar buscando respuestas a las preguntas que el momento nos plantea».

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