Primera muestra en solitario en Madrid del arquitecto Francis Kéré
El arquitecto Francis Kéré no puede disimular su alegría por estar en Madrid. “Esto es fantástico, de verdad”, dice con una sonrisa. Habla de la exposición que el Museo ICO (Zorrilla, 3), gestionado por la Fundación ICO, le dedica: Francis Kéré Primary Elements. “Aquí se resumen los titulares de todo lo que he estado haciendo estos años”, dice el arquitecto, nacido en 1965 en Burkina Faso, en el pequeño y empobrecido pueblo de Gando. Fue el primer lector de su villa y consiguió una beca para estudiar en Berlín. Se hizo carpintero. Después, arquitecto. “Humanitario”, o “sostenible” son dos adjetivos que suelen acompañar a sus ideas: .
Su primer trabajo tras graduarse fue erigir una escuela en su pueblo natal. “Una de las claves de la arquitectura consiste en identificar algunas de las necesidades de una comunidad y solucionarlas”, dice Keré. Habla desde una sala que replica un workshop de su oficia en Berlín dentro de la exposición. Un poco más abajo hay enormes imágenes de la escuela de Gando; un muro de adobe o el pabellón efímero que hizo el año pasado en los londinenses jardines de Kensington para la Serpentine Gallery. “Ver todos estos proyectos juntos es muy emocionante. Verlos y recordar cuánto esfuerzo, tiempo y apoyo he tenido”, remarca Kéré.
En sus inicios, no solo ideaba los proyectos sino que lo hacía intentando que fueran lo más baratos posibles. También buscaba la financiación para los mismos. Por eso, cuando la escuela de Gando -“un proyecto hecho de corazón, casi naif— ganó el prestigioso premio Aga Khan (en 2004) fue una pequeña revolución.
“No ha sido fácil”, dice tras ver expuestos muchos de los trabajos que han marcado su vida. “Ha sido una continuar batalla para encontrar una buena idea, para hallar la forma más barata de hacerla realidad, para convencer a gente que te apoye económicamente... La verdad es que ver todo esto me genera unas poderosas emociones”, continúa.
Kéré se ha mantenido fiel a sus esencias africanas (tiene decenas de obras en países de África, como el Parlamento de su país, en la capital Uagadugú); a sus valores sociales (es el autor de la escuela Waldorf en Weilheim, en Alemania); y a su compromiso medioambiental. Evidenciado, este último, no solo en los materiales que usa en sus construcciones sino también en su inspiración: el cuidado pabellón de la Serpentine Gallery se inspiraba en un árbol, lugar de reunión en muchas tribus africanas, icono de una naturaleza fuerte y resiliente. “La gente piensa que es una moda, pero para mí es mi manera de trabajar”, dice el arquitecto.
“La arquitectura de Kéré se puede entender desde el mestizaje de sus raíces africanas con su educación europea; desde el empeño por usar técnicas apropiadas que comparte con otros constructores en entornos precarios; o desde su singular compromiso comunitario. Todos ellos son enfoques legítimos”, introduce la muestra Luis Fernández Galiano, que ha ejercido de comisario de la misma. Y que ha conectado los elementos primarios de la arquitectura (el suelo estereotómico; el techo tectónico y el muro textil), enunciados por el alemán Gottfried Semper en el siglo XIX, con los trabajos de Kéré. Si a eso se añade el “menos es más” implícito en su obra, su discurso no podría ser más del siglo XXI.
Kéré considera que el mundo vive muy deprisa, “y para crear se necesita tiempo”; que hay un problema con la información que lee la gente (y con los bulos); y que está bien fijarse en Nueva York, “pero no todas las ciudades pueden ser Nueva York o Londres; las soluciones tienen que ser locales. “No quiero que la gente venga a ver mi arquitectura, quiero que use esos edificios: que los toque , que se siente en ellos”, dice. Y añade: “Actualmente, necesitamos una arquitectura que reconecte con la gente”.
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