miércoles, 3 de octubre de 2018

NOTAS SOBRE LO RECIÉN-PASADO, ARQUITECTURA, PROPIEDAD Y MUERTE Andrés Carretero



Después de mucho trabajo vacío, me ha parecido descubrir, detrás de cada una de las concepciones de la propiedad que se han sucedido y entrechocado desde hace milenios, que había en ellas como una señal siempre presente, como una obsesión insalvable que yo resumiría así: lo que oculta la propiedad es el miedo a la muerte
Jacques Attali, Historia de la propiedad.
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I. 
Revisitar lo recién-pasado, historizar el pasado reciente, es una pulsión propia de nuestro tiempo caracterizado, a su vez, por una desmemoria patológica. El relato bien conocido y asentado de la crisis sistémica, cuyos efectos económicos, políticos y sociales están en permanente proceso de reconocimiento y asunción, no deja de producir ciertas narrativas que desactivan su potencia crítica para devenir en lugares comunes, cancelando toda proyección futura: la Transición política desde un sistema dictatorial hacia una democracia moderna y avanzada, la consolidación de un incipiente Estado del Bienestar, la apertura e inclusión en una Europa cosmopolita que se percibe como garantía de prosperidad, la creación de riqueza mediante la construcción y la especulación inmobiliaria, el aumento de las expectativas, los años anestesiados, finalmente el shock y sus doctrinas… Una de sus consecuencias inmediatas es la brutal implosión y desmantelamiento de un modelo de producción estrechamente vinculado a la edificación, la conformación del entorno, la explotación extractiva del territorio y sus todavía visibles “daños colaterales” en forma de cuerpos e infraestructuras inertes, sin uso aplicado, en un horizonte de reciclaje y reinvención, profesional y material, continuo. Todo un desierto de lo real que abre un campo de reflexión y experimentación sobre las formas-de-vida existentes y sus alternativas posibles, convocando los monstruos del pasado reciente, nuestras ruinas modernas, prestándolas sin resistencia para su estetización enfática, donde el empobrecimiento y la austeridad sobrevenida, obligada, se proyectan como nuevos paradigmas contemporáneos, modos de hacer ejemplarizantes, disciplinarios.
II. 
Interesa interrogar la desaparición, progresiva y sistemática, de las condiciones de posibilidad que permiten la construcción de auténticos acontecimientos arquitectónicos entre nosotros, y el artistic turn o giro artístico de la arquitectura, con sus implicaciones discursivas. Ante esta situación, plena de posibilidades por explorar pero todavía débil en sus consecuciones efectivas, algunas prácticas artísticas contemporáneas se han ido apropiando de estrategias antaño arquitectónicas pero alejadas en gran medida de ésta en la actualidad. Sometimes a collaboration, sometimes a competition, en palabras de Hal Foster, pero en cualquier caso un medio de regeneración externo. ¿Es ahora el espacio del arte el propio de la arquitectura? Aún esforzadamente, superando los procesos y tiempos de gestión –parecidos a un proyecto arquitectónico en lo que a burocracia se refiere–, la todavía relativa inmediatez del arte permite poner a prueba problemas arquitectónicos, propios de una práctica en desintegración. El registro, la documentación, el archivo ganan presencia como técnicas para preservar, al menos temporalmente, los momentos donde la arquitectura ocurre.
“Incontables son los que hacen su profesión de una situación que es consecuencia de la liquidación de la profesión”, escribía Adorno. Existe un paralelismo entre los continuos intentos de profesionalización del arte y la progresiva desprofesionalización de la arquitectura entendida como producción cultural. El complejo arte-arquitectura se instituye progresivamente como un género (“genre” o “gender”) per se.
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III. 
En el momento en que uno percibe que lo que puede hacer, lo más probable, prefiere no hacerlo, se abren otros caminos posibles. La proletarización progresiva de las generaciones más jóvenes sitúa de nuevo en el centro del debate la autoconsciencia sobre la condición de clase que, hoy, ha de entenderse también como una “condición generacional”, difícil de aprehender y acotar pero imprescindible para interpretar algo de entre todo lo que ha ocurrido y está ocurriendo. Una “condición generacional” que transforma la impotencia en una praxis regeneradora, superficial porque opera sobre las superficies y los discursos, cuando se le deniega el derecho a hacerlo sobre los materiales concretos –y los objetos–, cuyas referencias, a través de un impulso anacrónico e inactual son, en ocasiones, distantes en el espacio y en el tiempo y están alejadas del ámbito de la alta cultura; frecuentemente provienen de la cultura popular o pop y están atravesadas por la ironía y el humor. La dialéctica entre construcción o deconstrucción se sintetiza en el “carácter destructivo” de una generación que da testimonio.
IV. 
La ideología de la propiedad privada en forma de “casa” tiene un profundo componente subjetivo, que conlleva el ejercicio de la apropiación para garantizar un proyecto de identidad, arraigo y permanencia. Su genealogía moderna, asentada en la inspiración originaria de la célula monacal como espacio habitacional mínimo, y privado, da lugar tras la industrialización a la concepción burguesa del espacio doméstico, con la estructura social de clases que la sustenta. En el pasado reciente del Estado español, la transición en la subjetividad del proletario al propietario queda resumida en una frase (“no queremos una España de proletarios sino de propietarios”) de José Luis Arrese, ministro de Vivienda, arquitecto e ideólogo franquista, pronunciada en el homenaje que le rindieron los agentes de la propiedad inmobiliaria española en 1959, momento fundacional de la economía de la deuda.
En Historia de la propiedad Jacques Attali investiga el origen arcaico de la evolución social de la posesión de bienes, estableciendo una estrecha relación entre las primeras configuraciones u organizaciones de la propiedad con la muerte y sus ritos. Así, una performatividad primitiva da paso a pequeños cúmulos materiales que van sofisticándose con el transcurrir del tiempo, constituyendo un catálogo de enterramientos y construcciones primigenias que presenta la ciudad de los muertos como el doble de la de los vivos, donde “cada muerto tiene en ella su lugar, indistinto si es un miembro de la comunidad, notable si es un propietario.”
V. 
Así, ¿la casa no tendría nada que ver con el arte y no debería colocarse la arquitectura entre las artes? Así es. Sólo hay una pequeña parte de la arquitectura que pertenezca al arte: el monumento funerario y el monumento conmemorativo. Todo lo demás, lo que sirve para un fin, debe quedar excluido del reino del arte.” Esta es la famosa –y vieja– diatriba de Adolf Loos sobre el estatus artístico de la arquitectura, su pertenencia al mundo del arte justificada, o no, por su inherente función utilitaria. En un momento incierto, donde las prácticas y disciplinas tienden a hibridarse, esa ilusoria dicotomía queda en suspenso ante la necrópolis de nuestro recién-pasado, ficción política que alberga a la vez valencias distópicas y utópicas. Aquellas, documentos de una barbarie cíclica; éstas, testimonio de una imaginación en progreso, arqueologías de un futuro que comienza a poder de nuevo.
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* Este texto fue escrito originalmente para acompañar el proyecto artístico Necrópolis, de Juan Carlos Quindós (Museo Patio Herreriano, 2018) y su primera versión está recogida en el catálogo de dicha exposición.  

Bibliografía 
- Attali, Jacques, Historia de la propiedad, Planeta, Barcelona, 1989 [1988].
- Aureli, Pier Vittorio, Less is enough: on Architecture and Asceticism, Strelka Press, Moscú, 2014.
- Corbeira, Darío (ed.), ¿Construir… o deconstruir? Textos sobre Gordon Matta-Clark, Universidad de Salamanca, Salamanca, 2000.
- Foster, Hal, El complejo arte-arquitectura, Turner, Madrid, 2013 [2011].
- Jameson, Fredric, Arqueologías del futuro: El deseo llamado utopía y otras aproximaciones de ciencia ficción, Akal, Madrid, 2009 [2005].
- Loos, Adolf, “Arquitectura”, en Escritos II 1910 – 1931, El Croquis Editorial, Madrid, 2004 [1993].

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