Es un edificio de diez y hace el número diez entre los museos diseñados por Rafael Moneo (Tudela, 1937). El arquitecto navarro y premio Pritzker ha creado un complejo polivalente para la Universidad de Navarra, «un edificio con cintura» que permita disfrutar tanto del arte contemporáneo como del teatro, la música, la ciencia y el saber en general. Una cascada de aportaciones, privadas y corporativas, ha permitido financiar la totalidad de este gran proyecto que ha consumido 22,5 millones de euros. Tomará velocidad de crucero en enero de 2015, cuando se instalen en sus salas las colecciones de arte contemporáneo y de fotografía y se abra al público.
Un Rafael Moneo «muy satisfecho, que no complaciente» entregó este jueves el delicado y funcional complejo de «volúmenes fracturados», concebido como centro de arte, cultura, saber y entretenimiento. Además de exhibir una notable y variada colección artística, será centro docente y polo de creación. Un bastión cultural y artístico en el corazón de la universidad navarra, con más de 11.000 metros cuadrados en cuatro niveles que Moneo ha integrado en el campus con un diseño «de muchos metros y poco bulto y con vocación de servir al paisaje».
Su singularidad, según su creador, radica en la «voluntad de no apabullar». «Es severo en el exterior y rico y complejo en el interior», dice el diseñador de museos como el de Arte Romano de Mérida, la ampliación del Prado, la remodelación del Thyssen, el Moderna de Estocolmo, el de Bellas Artes de Houston o la Fundación Miró de Palma. «Hay algo de todos aquí, pero quizá la conexión más directa se con la fundación Miró», admite.
Arco
Se propone como un verdadero puente entre la universidad y la sociedad y lo es incluso desde el punto de vista geográfico. Es «un arco que no quiere imponerse de forma imperiosa». Se emplaza en el lugar más cercano a Pamplona, entre dos colinas del campus. Son más de 11.000 metros cuadrados útiles distribuidos en tres plantas, con salas de exposiciones, teatro, aulas para la docencia, la investigación y la creación, espacios para reuniones, talleres y seminarios y una tecnificada torre de almacenaje.
El hormigón abujardado de tonos terroso en fachadas y paramentos, el basalto de los solados, el alabastro de los lucernarios y la carpintería y el mobiliario de roble, con diseños exclusivos de Moneo , son sus elementos más característicos. «Es un edificio muy grande con un impacto pequeño en el campus, y realizado con la determinación de no ser imponente», resume un Moneo que alejado de la complacencia no quiere poner nota a su trabajo.
Su disposición permite divisar desde el edificio, en especial desde su cubierta, todo el campus, lo que realza esa sensación de «abrazar todas las disciplinas». Tiene como objetivos primordiales «acercar el arte a los universitarios y a todos los ciudadanos» y «difundir las nuevas formas de expresión, estableciendo un paradigma de museo universitario: investigador, docente, difusor y multiplicador del arte». Un modelo semejante al de los hospitales universitarios que tienen en el de la Universidad de Navarra uno de los ejemplo de excelencia y eficacia.
Jaime García del Barrio será su director y Valentín Vallhonrat tendrá el timón artístico de un ambicioso proyecto cuyo germen está en el compromiso de la Universidad de Navarra «en potenciar el estudio de las Ciencias Sociales y las Humanidades en un escenario global».
Una iniciativa que tuvo un decisivo impulso con la donación en 2009 a la universidad de la notable colección de arte de vanguardia y contemporáneo de María Josefa Huarte Beaumont, hija del constructor Félix Huarte, al que se suma el rico archivo fotográfico de la Universidad de Navarra.
El legado Huarte aporta medio centenar de pinturas y esculturas adquiridas por la familia a lo largo de varias décadas. En la colección figuran algunos de los artistas más internacionales de la segunda mitad del siglo XX como Picasso, Kandinsky, Chillida, Tàpies -con dos obras monumentales y tan notables como 'L'espirit catalá'-, Oteiza, Palazuelo, Kandinsky o Rothko.
La colección fotográfica se inició con la recepción del legado de José Ortiz-Echagüe. Se amplió con donaciones y adquisiciones muy variadas, hasta convertirse en una de las colecciones fotográficas más importantes de España. Atesora hoy más de 10.000 fotografías y 100.000 negativos del siglo XIX hasta la actualidad. Son obras de pioneros como Clifford o Laurent, y maestros del siglo XX como Robert Capa, Henri Cartier-Bresson, Catalá Pic, Centelles o Catalá Roca.
Pero la fotografía y el arte convivirán con la danza, el teatro, la música, el cine y la ciencia, ya que se quiere hacer del museo un polo de actividad cultural con una programación variada que sostenga y enriquezca la larga tradición de respaldo a la música y teatro en la universidad.
Sus «espacios fragmentados» son también muy característicos, con las doce salas de exposición distribuidas en dos cajas negras unidas por corredores, que suman cerca de 3.000 metros para la exhibición. Cuenta con teatro, biblioteca, talleres almacenes y oficinas. En la zona de servicios tiene un restaurante -para el que se busca chef afamado- y todo el complejo se corona con una cubierta totalmente transitable.
El teatro cuenta con capacidad para 750 personas. La planta baja está formada por un patio de butacas para 500 personas y la planta superior puede acoger otras 250, incluyendo los palcos en un espacio de excelente acústica gracias a la madera de roble de su acabado.
Es la cuarta obra en su tierra del genial arquitecto, premio Príncipe de Asturias y responsable el Archivo de Navarra y la Plaza de Los Fueros en Pamplona y de las Bodegas Chivite en Arínzano. La ha concebido como un edificio vivo susceptible de ser ampliado «una vez que demuestre en los próximos años que funciona bien».
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